¿Y si la persona ideal… simplemente no aparece?

A veces, el amor tarda porque tú todavía estás volviendo a ti.

A veces la vida no nos da lo que queremos… o eso creemos.  

Llegamos a los treinta pensando que todo iba a estar resuelto. El trabajo, la estabilidad, el amor. Pero muchas veces se parece más a los veinte, solo que con más responsabilidades, más cansancio… y una presión invisible que no siempre sabemos de dónde viene.

Y encima, sentimos que la parte amorosa se nos sigue escapando. Como si fuera un deseo inalcanzable en ciertos días, y un anhelo vergonzoso en otros.

Y no, no es que no quieras a alguien. No es que no estés haciendo tu parte, ni que tengas miedo al amor. 

Has sanado, has ido a terapia, has leído libros, has llorado y te has levantado. Has aprendido a estar sola sin estar vacía. Has trabajado en ti y en tus heridas con la esperanza de que, en algún momento, eso hiciera que el amor llegara. 

Pero no ha llegado. Y esa espera, silenciosa y larga, también pesa.. No es que no te estés trabajando. No es que estés cerrada al amor. 

Es que simplemente… no ha llegado.

Y entonces viene el susurro silencioso que muchas mujeres me comparten en terapia:

“¿Y si no existe?”

No lo dicen llorando. Lo dicen con esa tristeza seca, la que aparece después de muchas citas sin alma, de muchas esperanzas rotas en la primera salida, o de muchos años invirtiendo en ellas mismas con la ilusión de que el universo “les iba a mandar a alguien”.

Y no llega. O sí llega, pero no como se lo imaginaron: llega herido, distante, ocupado, inconsistente. Y ellas se preguntan si están pidiendo mucho… o si ya se les pasó el tren emocional.

No, no es que algo te falte. Nunca pienses eso. No estás incompleta ni estás haciendo algo mal.  

Es que el amor no siempre llega con el calendario en la mano. Y eso también duele.

Porque aunque nos enseñan a tener paciencia, a “seguir fluyendo”, a “confiar en el proceso”…

no nos enseñan a lidiar con el silencio cuando lo que más anhelamos es compartir.

¿Y si no aparece?, me preguntan. ¿Y si el amor no llega, aunque yo esté lista?

La respuesta no es sencilla. Pero hay algo que siempre les digo:

Estar lista para amar no garantiza que el amor llegue ya.

Pero sí garantiza algo más valioso: que si llega, lo vas a recibir sin perderte. Que si no llega, no te vas a vaciar.

Porque entre tanta espera, a veces olvidamos esto:  

No es la llegada de la persona ideal lo que nos completa.  

Es la construcción de una vida tan bonita, tan tuya, tan sólida, que cuando alguien llegue, no sea a rescatarte, sino a sumarse.

Y si no aparece aún… tal vez no es que no exista.  

Tal vez todavía estás afinando la melodía de tu propia vida para reconocerlo cuando llegue.